En esta entrada voy a hacer un guiño al que yo considero el "Moulin Rouge" lésbico, salvando las distancias, por favor. Sin embargo, no puedo encontrar nada parecido para describir esta miniserie.
Tipping the velvet, es mi propuesta para un día en el que nos apetece ver una película que camina entre la comedia y casi lo grotesco, sin hundirse en el melodrama pero con espacio para triángulos amorosos y situaciones que nos pueden llegar a escandalizar.
Sarah Waters vuelve a colaborar con el monstruo de la BBC en una adaptación de sus novelas. Esta en concreto se filmó en 2002, lo que a mí me dejó con la boca abierta y me hace quitarme el sombrero, porque para lo que cuenta, es muy abierta y cuidadosa, y no censura nada. Ya podrían aprender otros y otras de esto. Sinceramente, no veo esto retransmitido en el Prime Time... pero me dejo sorprender, también lo digo.
Reconozco que en algunos puntos llegó a impresionarme, sobre todo porque una no se espera a la protagonista con un falo atado en un arnés en pleno siglo XIX. La historia es divertida, con ciertos tintes de perversión y de lujuria típicos de esa sociedad que luchaba por desatarse.
Hay momentos fuertes, en los que yo estuve a punto de dejar de verla, escandalizada por la "prostitución" de Nan, la heroína de esta historia. Pero no quiero desanimaros, faltaría más, os perderíais una original producción llena de contrastes y con una voz clara, la de Nan, una chica de costa que llega a Londres para que le rompan el corazón y para alcanzar el estrellato.
Esta historia no es de delicadas palomitas, todo lo contrario, habla sobre la necesidad de transvestirse, de adoptar un rol masculino para poder vivir la sexualidad abiertamente, de una sociedad que repudiaba a los homosexuales, sobre todo a ellas.
La historia tiene de todo, desde Nan que sale del armario y escandaliza a su hermana, hasta la artista que la seduce -Kitty-, que acaba enrollándose y casándose con su representante, por eso de que entre dos mujeres uno no puede pretender -en aquella época- formar una familia.
Hasta criadas que se acuestan con mujeres para acabar robándoles, o señoras ricachonas que compran a muchachitas como señoritas de compañía y acaban vistiéndolas como muchachitos. Toda una depravación.
Sinceramente, no me apasioné con la historia, me entretuvo y mucho, y llegué a cabrearme con la aparición del primer amor de Nan, Kitty, la mujer que le rompe el corazón y le mete en el mundo L decimonónico, justo en el momento en que Nan había encontrado a una mujer que le amara.
Pero, gracias a todos las diosas del Olimpo, el asunto acaba felizmente, demasiado felizmente, me parece a mí, porque a ver quién se cree que dos mujeres podían vivir felizmente en esa sociedad, sobre todo secundadas por un hermano -padre viudo- que aplaude la relación.
Sin embargo, Florence es tan dulce, tan dulce, tan sensual que sinceramente, yo quise ser Nan, lo quise con todas mis fuerzas.
Afortunadamente, esta no es una historia de marimachos, que las hay, y no es que tenga nada en contra de esto, pero a veces las televisiones estereotipan tanto esto que acaba confundiendo al público.
Merece la pena, claro que sí. A fin de cuentas, hay pocas miniseries que nos congratulen con historias apasionadas de amor lésbico de época.
Tipping the velvet, es mi propuesta para un día en el que nos apetece ver una película que camina entre la comedia y casi lo grotesco, sin hundirse en el melodrama pero con espacio para triángulos amorosos y situaciones que nos pueden llegar a escandalizar.
Sarah Waters vuelve a colaborar con el monstruo de la BBC en una adaptación de sus novelas. Esta en concreto se filmó en 2002, lo que a mí me dejó con la boca abierta y me hace quitarme el sombrero, porque para lo que cuenta, es muy abierta y cuidadosa, y no censura nada. Ya podrían aprender otros y otras de esto. Sinceramente, no veo esto retransmitido en el Prime Time... pero me dejo sorprender, también lo digo.
Reconozco que en algunos puntos llegó a impresionarme, sobre todo porque una no se espera a la protagonista con un falo atado en un arnés en pleno siglo XIX. La historia es divertida, con ciertos tintes de perversión y de lujuria típicos de esa sociedad que luchaba por desatarse.
Hay momentos fuertes, en los que yo estuve a punto de dejar de verla, escandalizada por la "prostitución" de Nan, la heroína de esta historia. Pero no quiero desanimaros, faltaría más, os perderíais una original producción llena de contrastes y con una voz clara, la de Nan, una chica de costa que llega a Londres para que le rompan el corazón y para alcanzar el estrellato.
Esta historia no es de delicadas palomitas, todo lo contrario, habla sobre la necesidad de transvestirse, de adoptar un rol masculino para poder vivir la sexualidad abiertamente, de una sociedad que repudiaba a los homosexuales, sobre todo a ellas.
La historia tiene de todo, desde Nan que sale del armario y escandaliza a su hermana, hasta la artista que la seduce -Kitty-, que acaba enrollándose y casándose con su representante, por eso de que entre dos mujeres uno no puede pretender -en aquella época- formar una familia.
Hasta criadas que se acuestan con mujeres para acabar robándoles, o señoras ricachonas que compran a muchachitas como señoritas de compañía y acaban vistiéndolas como muchachitos. Toda una depravación.
Sinceramente, no me apasioné con la historia, me entretuvo y mucho, y llegué a cabrearme con la aparición del primer amor de Nan, Kitty, la mujer que le rompe el corazón y le mete en el mundo L decimonónico, justo en el momento en que Nan había encontrado a una mujer que le amara.
Pero, gracias a todos las diosas del Olimpo, el asunto acaba felizmente, demasiado felizmente, me parece a mí, porque a ver quién se cree que dos mujeres podían vivir felizmente en esa sociedad, sobre todo secundadas por un hermano -padre viudo- que aplaude la relación.
Sin embargo, Florence es tan dulce, tan dulce, tan sensual que sinceramente, yo quise ser Nan, lo quise con todas mis fuerzas.
Afortunadamente, esta no es una historia de marimachos, que las hay, y no es que tenga nada en contra de esto, pero a veces las televisiones estereotipan tanto esto que acaba confundiendo al público.
Merece la pena, claro que sí. A fin de cuentas, hay pocas miniseries que nos congratulen con historias apasionadas de amor lésbico de época.
La miniserie se puede ver en You Tube y os animo a hacerlo porque la historia es original y se las trae:
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